miércoles, 17 de marzo de 2010

DE SANGRARSE


Lo que era tuyo hace un instante ya no lo es,
aunque todavía exhale la calidez de lo familiar.
No lo es su espalda,
ni las camisas que le regalaste,
ni las fotos de los primeros veranos juntos.
Las tijeras rasgarán en dos
las sábanas, tu aliento, tus alas.
A pesar de que al cortarlas mueran,
se desvanezcan o queden inutilizadas.
La ira hace crujir tus huesos.
Anticipas las discusiones por los hijos,
por el perro que inocente agita el rabo,
o por una cafetera que tiene la goma floja.
Discutiréis y en cada grito
espantaréis las nubes, desplantaréis semillas.
Piensas en lo fácil que es extender tu odio.
Cruzas los brazos.
Desearías decir algo muy irónico,
que cerrara con elegancia esa burda escena.
Pero en tu cabeza sólo hay confusión.
Y te muerdes los labios hasta que la sangre gotea
en cascada
desde tu barbilla.

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