viernes, 30 de abril de 2010

ICEBERG


La frialdad de los neveros habita
en esa sonrisa impredecible.
Estalagtitas crecen en tus uñas.
Aprisiono con mis manos tus manos,
mis dedos rodean los tuyos, helados.
Deseo calentarte, alejarte
de ese frío intenso que te desborda.
Pero en las pupilas de tus ojos veo
la tormenta de nieve que no cesa.
Abres la boca y de tus labios caen
trozos de hielo, denso, transparente,
que, con un chasquido,
estallan al chocar contra el asfalto.

JCA

sábado, 24 de abril de 2010

EN TIERRAS BAJAS

Miré mis manos. Yacían como cercenadas en el afléizar de la ventana, frente a mí, totalmente inmóviles. Las uñas estaban otra vez sucias. Olí una de mis manos y no pude determinar qué olor era. La mugre no tenía olor, y mi piel tampoco.

Moví los dedos como si estuvieran muy fríos. Quisieron caerse al suelo, pero yo permanecí en la silla, recta como un huso.

Extracto copiado de la obra EN TIERRAS BAJAS, de Herta Müller

El descubrimiento de esta autora ha sido tan nutritivo como el de Agota Kristof o Cormac McCarthy. Literatura árida, que me ha conmocionado. Estas "tierras bajas" me trasladan a un territorio en el que yo también he situado algunas de mis historias.

viernes, 23 de abril de 2010

FRESAS

Fue entonces cuando entendí que el verdadero dolor no estaba en la palabra dolor. Había dolor en las fresas, que comías una detrás de otra. Imaginaba el bolo alimenticio rosado en tu estómago. Las fresas te alimentaban. Tu cuerpo olería a fresas, también tu pelo y tu sudor. Comunión de fresas, que se reían. Se descojonaban las fresas. Nosotras sí y tú no. En tu estómago. Dentro de ti. También había dolor en la palabra tren. El tuyo salía a las siete y veinte. El tiempo del mundo, todo el tiempo, se acababa a las siete y veinte. Dejabas las hojitas verdes en el borde del plato, que me parecía un cementerio de porcelana. Yo seca, vacía. Nada me alimentaba, ni siquiera el aire. ¿Hace calor? No, dijiste. No me gusta llegar tarde, dijiste. Yo en cambio siempre llegaba tarde a todo. No te iba a suplicar. Antes me arrancaba la lengua. Antes me metía el cuenco con las fresas restantes en la boca. Sonreí a duras penas. Sí, vete ya... Un beso lastimoso en la mejilla. También hubo dolor en la palabra mejilla, que antes era neutra. Cuando se cerró la puerta, me llevé una fresa a la boca. Mastiqué su cuerpo tierno, la destrocé bajo el poder de mis muelas. Me comí todas las que quedaban, y durante el resto del día sentí su sabor ácido en mi boca.
JCA

jueves, 22 de abril de 2010

QUERIDOS NIÑOS


Era el tiempo de las ranas en el estómago y las culebras amenazando nuestros genitales. El tiempo de correr hacia ninguna parte, de los raspones en la rodilla, del desafío constante. Nos encontrábamos detenidos, rodeados de deseos inciertos, de perspectivas congeladas. Nos preguntábamos, ¿qué quieres ser de mayor? Y fantaseábamos porque el futuro era impredecible y poético, y sin embargo nos producía escalofríos. Era el tiempo de matar dragones, fumar cigarrillos compartidos y saltar en los charcos. La realidad era afilada los días de sol de invierno, o dulce y traqueteante si soplaba el viento sur. La ropa ya no nos servía de un año para otro. Era el tiempo de renunciar a ser sheriff, para ponerse de parte de los indios. Teníamos trece años; nos alejábamos de la infancia a grandes zancadas, sumergiéndonos en las arenas movedizas de una adolescencia que nos transformaría irremediablemente. Crecíamos y queríamos entender el mundo, y lo que era mucho peor, que el mundo nos entendiera. Las chicas nos afeitábamos las piernas y medíamos nuestro contorno con el metro de la costura. Y en medio de la confusión de crecer a golpes, nos adentramos en aquella aventura sin darnos cuenta.


Extracto del relato "Sergio, ¿estás ahí?", incluido en el libro QUERIDOS NIÑOS, Premio Alcalá de Narrativa 2009.

martes, 20 de abril de 2010

QUERIDOS NIÑOS































19 de Abril de 2010. Y luce el sol...

Se presenta en Alcalá de Henares, durante la feria la libro, el Premio de Narrativa Ciudad de Alcalá 2009, QUERIDOS NIÑOS.

Me acompañaron Carmen Feito y José María Nogales.


Veo por mi primera vez el libro. Lo toco. Tiene la portada satinada y el tacto del papel es agradable. Lo huelo con disimulo. Es un buen libro, se ve a la legua. Seguro que se porta fenomenal y no da ruido...

Como una madre ejemplar lo tengo a mi lado y lo acaricio de vez en cuando, satisfecha.


JCA

miércoles, 14 de abril de 2010

PRESENTACIÓN QUERIDOS NIÑOS


El día 19, se presentará en Alcalá mi libro de relatos QUERIDOS NIÑOS, Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa 2009, acto que tendrá lugar a las 19:00 hs. en la Sala Gerardo Diego (pza. de san Julián, n.1).

sábado, 10 de abril de 2010

EL PARAGUAS


Esa mujer, bajo la lluvia intensa, tiene algo de estatua griega que la hace inaccesible. Pasa un camión y le salpica, pero ella, impertérrita, ignora sus zapatos mojados, sus medias mojadas. Se sostiene agarrada a ese paraguas como si fuera un estandarte, una bandera. Es el vigía del faro del fin del mundo. Es el capitán de un barco a punto de naufragar en la tormenta. Así espera. La humedad lamiendo sus pestañas bañadas en rimel water-proof. Una mujer bajo un paraguas, que espera y desespera. Se apoya en un pie, luego en el otro. Abre la boca y deja escapar una nubecilla de paciencia. El tiempo transcurre y cada gota mide su avance inexorable. Calambres en las piernas. Un taxi pasa, y ella se echa hacia atrás para evitar las salpicaduras. La experiencia es la madre de la ciencia. Y de repente recuerda esos refranes malditos, llenos de verdad. A amor mal correspondido ausencia y olvido. Las campanadas de la iglesia dan las once; la mujer estatua inicia el movimiento y se aleja sin mirar atrás. Los pies fríos. El corazón helado. Agujetas en el brazo que le recordarán su fracaso durante un par de días. El faro se apaga. El barco se hunde.
Cuando el móvil suena, ella lo tira a una papelera y sigue caminando.
JCA

ZAPATOS (3)

Si hubiera entrado alguien, el pequeño Sam hubiera ladrado. Sabéis que tiene un olfato fuera de serie. Y sin embargo... Mirádle, duerme profundamente.

No duerme, mamá.

Claro que duerme.

¡Sam, despierta! ¡Despierta de una vez!

JCA

ZAPATOS (2)


¿Has visto a Friedrich?
Creo que ha sido él quien me los ha quitado.
Siempre me está fastidiando.
Y si él no ha sido, ¿quién se los ha llevado?
Pudiera ser que alguien hubiera entrado en casa y...
Pero, ¿por qué iba a hacer alguien algo así?
Si esto es una broma no tiene ninguna gracia.
¿O acaso tú le ves le gracia?
JCA

ZAPATOS




¿Dónde están? ¿Quién se los ha llevado?
Sin mis zapatos no iré al colegio.
No saldré de casa.
Quizás haya sido Susan. Ella y su maldito sentido del humor.
¿Me dejarás al menos ponerme tus zapatos, mamá?

JCA

viernes, 9 de abril de 2010

Reseña del libro LAS CHICAS CON LAS CHICAS

Las chicas con las chicasVarias autorasEditorial Egales (libro cedido por Berkana)
¿Harta de historias o películas de erotismo/porno lésbico hechas para el disfrute exclusivo del varón heterosexual, que observa por la mirilla cómo se entretienen las chicas mientras esperan a que llegue él con su aroma de Varon Dandy y su micropene?
Esta colección de relatos reúne a los mejores martillos de la literatura lésbica: historias de sexo, de crímenes, de amor, las escritoras lesbianas (o no, que algunas no lo son, o todas los son, pero no me voy a poner a explicar ahora qué es el continuum lesbiano porque no sé si lo entiendo) se lanzan a explorar la ficción lésbica a su manera, como a ellas les gusta.
Diecisiete relatos de los que no tenemos más remedio que destacar los de algunas autoras a las que nos sentimos especialmente cercanos en dosmanzanas: Libertad Morán (un beso, guapetona), Concha García (la autora del buscadísimo “Miamor.doc”), María Castrejón (no dudábamos de su capacidad para la literatura después del exquisito ensayo “… que me estoy muriendo de agua”), Juana Cortés (¿aun sueñas con “Memorias de un ahogado”?), Beatriz Gimeno (tremendo cuento el suyo).
Y dos autoras de esas que escriben con letras de oro su nombre en la literatura lésbica en castellano: Cristina Peri Rossi y Lola van Guardia.
Otros libros en Desayuno en Urano
http://latabernadelmar.blogspot.com/

Reseña aparecida en la página DOS MANZANAS.

jueves, 8 de abril de 2010

LIMONES


Sin respirar apenas, para no perder también el aire. Si al menos tuviera el pelo largo... Le han cortado su melena. Ya no encuentra el consuelo del pelo en las mejillas, en la nuca. Y le han tapado los ojos. No hay imágenes reconfortantes. Imagina un frutero con limones y naranjas. Imagina un prado verde con vacas de ojos grandes. Ha recorrido las paredes con los dedos; las ventanas están tapiadas con tablones cruzados. Los ojos cerrados. Las ventanas cerradas. No huele a fruta sino a madera húmeda. Si te portas mal, acabarás en el cuarto oscuro. La sumisión es paz, ahora lo sabe. Los ojos cerrados. La boca cerrada. Daría cualquier cosa por morder un limón, por sentir algo en su boca seca. Y sigue guardando el aire, para que no se lo quiten. Lo único que le queda. Lo único de lo que está segura. Esa respiración que le dice que aún está viva.

JCA

lunes, 5 de abril de 2010

EN EL CUERPO

Él estaba del lado de los vencedores, lo decía su uniforme, su cinturón, la pose erguida. La miró de arriba abajo, deteniéndose en sus pies. Ésta sí, dijo. Hicieron de la hacienda un cuartel general. Cuando se emborrachaban golpeaban el piano de cola y escupían sobre los cuadros de la pinacoteca. Durante varios meses entró regularmente en lo que habían sido sus aposentos, ahora convertidos en prisión. Le pedía que se quitara los zapatos, que le enseñara los pies. Ella obedecía. Si cerraba los ojos, veía el charco oscuro sobre el que yacía su madre. Su falda levantada grotescamente, enseñando la cara interior de las rodillas. No llegó a ver el cadáver de su padre, y eso era todavía peor. La joven permanecía muda bajo aquel cuerpo dominante. No sabía cómo se llamaba; todos le llamaba señor, y ella nunca se dirigió a él directamente. Había olvidado ya las gotas de sangre que corrieron por sus muslos tras el primer asalto. Gotas de sangre, similares a las gotas de vino que su familia había cosechado durante generaciones, y que en otros tiempos era símbolo de alegría. El hombre, una vez satisfecho, se quedaba dormido y ella observaba su perfil, el lunar de su mejilla. Pero pronto el desánimo se adueñó de él. Algo turbio crecía en su interior y soñaba con la mandrágora, con sus raíces con forma de recién nacido. Despertaba empapado en sudor. ¿Quién no desea lo que no posee? Camina, le ordenaba. Y ella se paseaba por la habitación, y daba vueltas y vueltas y vueltas. Inasible. Quería que, al igual que otras amantes que había tenido, reconociera su maestría. Quería un gemido, un suspiro. Quería que sus piernas se abrieran ansiosas y sus ojos mudos le llamaran. Quizás sólo quería que le amara, que curara así aquella debilidad enfermiza que ocultaba bajos sus rudos modales. Sigue caminando. Sigue. Así pasaban las horas. Las plantas de los pies enrojecidas. El frío dentro del cuerpo desnudo. Pídeme algo, hoy me siento generoso, le dijo una noche que estaba borracho. Ella permaneció en silencio; los ojos se le llenaron con la luz de las velas. Toda la luz y todas las sombras. ¿No me has oído? Insistió él. Ella eligió un vino que su padre guardaba en un lugar escondido de la bodega. Él mismo fue a buscarlo y se lo entregó. Se llevó la copa a los labios; el líquido corrió por su garganta. Sonrió al ir a besarla. Esta vez ella abría la boca, flor fresca, animal marino, pero los labios de él no obedecían. Su lengua había crecido hasta casi asfixiarle; la mandrágora llenaba su garganta. Las piernas le temblaron. Ella lo observó desnudo sobre la alfombra, todavía erecto. Hubiera deseado disfrutar de la venganza, pero sentía ya la sed de las caricias que había recibido como una estatua. La maldita sed que resquebrajaba sus labios. Que secaba sus ojos. Añoraba ya aquella piel asfixiando la suya. Se arrodilló junto al cadáver y lo acarició con ternura. Se tumbó sobre él, acoplándose a su cuerpo sin dificultad. ¿Existe amor más extraño? Se preguntó exhausta. Cabalgaba sobre él, pero a la vez seguía dando vueltas, desnuda, con las plantas de los pies heridas. Cuando se derrumbó sobre el cuerpo, su lengua rastreó aquella boca muerta buscando compartir los restos del vino envenado.
JCA
Publicado en la revista AGITADORAS mes de abril

domingo, 4 de abril de 2010

AGITADORAS ABRIL



Estimad@s amig@s:

Acabamos de subir a la red el Nº 12 de la revista Agitadoras. http://www.agitadoras.com/. Nuestra nómina de autores para el mes del agua y el despertar de los árboles es la siguiente:

Luís Amézaga, Jaume Aparicio, Jesús Zomeño, Mª Antonia Oliver, Ana Pérez Cañamares, Il Gatopando, Rubén Castillo, Jesús Aller, Inés Matute, Lalo Borja, Holly, Joaquín Lloréns, Victoria Salvador, Juana Cortés Amunárriz, Silvia Gélices, Diego Prado, David Torres, Luis Arturo Hernández, Oscar M. Prieto, Ángela Mallén, Jan Hamminga, Carmen Camacho, Marina P. de Cabo, Mª Ángeles Cabré, Rolando Revagliatti, Isabel Huete, Joan Ramis Otazua, Héctor Ranea, Sergio Mangenelli, Sergi Quiñonero, Ángel Muñoz Rodríguez, Héctor Gomis, Pablo Miravet, Fernando Ferro, Ángela Armero, Daniel de Cullá, Gilda Manso.