Era el tiempo de las ranas en el estómago y las culebras amenazando nuestros genitales. El tiempo de correr hacia ninguna parte, de los raspones en la rodilla, del desafío constante. Nos encontrábamos detenidos, rodeados de deseos inciertos, de perspectivas congeladas. Nos preguntábamos, ¿qué quieres ser de mayor? Y fantaseábamos porque el futuro era impredecible y poético, y sin embargo nos producía escalofríos. Era el tiempo de matar dragones, fumar cigarrillos compartidos y saltar en los charcos. La realidad era afilada los días de sol de invierno, o dulce y traqueteante si soplaba el viento sur. La ropa ya no nos servía de un año para otro. Era el tiempo de renunciar a ser sheriff, para ponerse de parte de los indios. Teníamos trece años; nos alejábamos de la infancia a grandes zancadas, sumergiéndonos en las arenas movedizas de una adolescencia que nos transformaría irremediablemente. Crecíamos y queríamos entender el mundo, y lo que era mucho peor, que el mundo nos entendiera. Las chicas nos afeitábamos las piernas y medíamos nuestro contorno con el metro de la costura. Y en medio de la confusión de crecer a golpes, nos adentramos en aquella aventura sin darnos cuenta.
Extracto del relato "Sergio, ¿estás ahí?", incluido en el libro QUERIDOS NIÑOS, Premio Alcalá de Narrativa 2009.
Estupenda la presentación de tu libro gato. Araña, ya lo creo que sí.
ResponderEliminarUn saludo desde Alcalá.
Daniel.