sábado, 12 de octubre de 2013
Lesley no sabe morderse la lengua
A Maximilian Molière le dolía la cabeza. No era de extrañar, debido a los gritos de Janine. Será mejor que
sigamos mañana, dijo el director desabrochándose un botón de la camisa y remangándose los puños. Janine
se levantó de la camilla, se quitó la prótesis que llevaba pegada al vientre y la dejó sobre una silla. Después
de esto, creo que no me quedaré embarazada en la vida, dijo la joven, dispuesta a darse un baño relajante
en el jacuzzi. Ciao, preciosa, la despidió Molière. Lesley, ¿me puedes traer un café? La enorme negra salió
del estudio y se abrió paso con sus voluminosas caderas entre los extras vestidos con sábanas blancas que
habían asaltado la cafetería. Cuando consiguió llegar a la barra, pidió un whisky doble al camarero. Treinta
y siete tomas del asesinato de César, le dijo el viejo Joseph mientras llenaba el vaso. Odio las películas de
romanos. Y a vosotros, ¿cómo os va?
En este link podéis seguir leyendo el relato ganador del Certamen del Ayuntamiento de Valencia, Mujeres de cine, en el cine y con el cine.
http://www.valencia.es/mujer/mujer.nsf/0/3570D93814E5F38AC1257BF90034C345/$FILE/PUBLICACI%C3%93N%20DEFINITIVA.pdf?OpenElement&lang=1
Muchas gracias a Carmina y a todos.
Impresionante el coro de la ONCE.
sigamos mañana, dijo el director desabrochándose un botón de la camisa y remangándose los puños. Janine
se levantó de la camilla, se quitó la prótesis que llevaba pegada al vientre y la dejó sobre una silla. Después
de esto, creo que no me quedaré embarazada en la vida, dijo la joven, dispuesta a darse un baño relajante
en el jacuzzi. Ciao, preciosa, la despidió Molière. Lesley, ¿me puedes traer un café? La enorme negra salió
del estudio y se abrió paso con sus voluminosas caderas entre los extras vestidos con sábanas blancas que
habían asaltado la cafetería. Cuando consiguió llegar a la barra, pidió un whisky doble al camarero. Treinta
y siete tomas del asesinato de César, le dijo el viejo Joseph mientras llenaba el vaso. Odio las películas de
romanos. Y a vosotros, ¿cómo os va?
En este link podéis seguir leyendo el relato ganador del Certamen del Ayuntamiento de Valencia, Mujeres de cine, en el cine y con el cine.
http://www.valencia.es/mujer/mujer.nsf/0/3570D93814E5F38AC1257BF90034C345/$FILE/PUBLICACI%C3%93N%20DEFINITIVA.pdf?OpenElement&lang=1
Muchas gracias a Carmina y a todos.
Impresionante el coro de la ONCE.
lunes, 23 de septiembre de 2013
En REINOSA
EL TRAGALUZ, cuento huérfano durante varios años, encontró su casa en REINOSA.
Y ¡qué bien nos trataron!
viernes, 13 de septiembre de 2013
BENITA Y EL HADA MANDARINA en DOS MANZANAS
...
_____________________________
Y para los amantes de los cuentos, Benita y el hada Mandarina (Egales / Nube Ocho ediciones), una gozosa historia de una niña, Benita, que tiene dos mamás (algo que es absolutamente accesorio en la historia, de ahí su valor) pero una de las dos ha desaparecido. El hada Mandarina ayudará a Benita a encontrar a su mamá perdida, para regocijo del resto de la familia: el abuelo, la otra mamá y los otros seis hermanos adoptados. Con ilustraciones de Joao Valente, está escrito por nuestra admiradísima Juana Cortés Amunárriz, que no para de ganar premios y a la que ya os descubrimos hace tiempo con su estupenda novela Memorias de un ahogado.
MIl gracias al Puto Jack Twist
Y para los amantes de los cuentos, Benita y el hada Mandarina (Egales / Nube Ocho ediciones), una gozosa historia de una niña, Benita, que tiene dos mamás (algo que es absolutamente accesorio en la historia, de ahí su valor) pero una de las dos ha desaparecido. El hada Mandarina ayudará a Benita a encontrar a su mamá perdida, para regocijo del resto de la familia: el abuelo, la otra mamá y los otros seis hermanos adoptados. Con ilustraciones de Joao Valente, está escrito por nuestra admiradísima Juana Cortés Amunárriz, que no para de ganar premios y a la que ya os descubrimos hace tiempo con su estupenda novela Memorias de un ahogado.
MIl gracias al Puto Jack Twist
martes, 10 de septiembre de 2013
Crítica de LAS BATALLAS SILENCIOSAS
Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz. Por Rubén Castillo
Cuando en una colección de cuentos se combinan una buena escritura y unos argumentos atrayentes y variados, el resultado final tiene que ser espléndido. Y es sin duda lo que ocurre en Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz, un volumen editado por Baile del Sol (con espléndida portada, por cierto). Hay en ellos una adecuada mezcla de humor, surrealismo, psicología, homosexualidad, terror, violencia, aventuras eróticas esporádicas y conflictos familiares de múltiples ramificaciones, que hacen que la lectura se convierta en una expedición alucinante por muchos rincones del alma humana. Decía el curioso poeta Ricardo Zelarayán, en su volumen La obsesión del espacio (Buenos Aires, 1972), que la palabra ‘misterio’ hace ya bastante tiempo que no explica nada. Y es verdad. Pero como nuestro interior, nuestras reacciones, nuestros impulsos, siguen siendo en lo hondo un misterio conviene que mantengamos activa la palabra.
Un simple paseo por los buenos relatos de este tomo nos dejará ver cómo una historia de amor puede mezclarse con el azar y con el desequilibrio psíquico, para producir resultados más que sorprendentes (Gunter); cómo un chico de 12 años puede tener auténticos problemas para admitir que su madre, tras el abandono del hogar por parte de su marido, reorganice su vida sentimental con una persona que, a juicio del hijo, no es la más adecuada (Gilda en casa); cómo un viaje cotidiano en el vagón del metro puede convertirse en una deliciosa narración de amor, maltratada por el sentido común y por una equivocada decisión unilateral (Diálisis de amor); cómo una mujer puede desarrollar un miedo terrible a causa de las herencias genéticas, mientras piensa a la vez en su padre y en su hijo (Ojos azul hielo); cómo dos hermanas gemelas, que han tenido una suerte matrimonial muy distinta, tienen que tomar una decisión importantísima, impulsadas por el hecho de que el marido de una de ellas (la cual acaba de descubrir su condición de futura madre) le propina unas palizas estremecedoras (Resurrección); o cómo una muerte en la familia impulsa a una mujer a abordar una reconciliación que ha postergado durante demasiado tiempo (La misma luz, los mismos colores).
Un simple paseo por los buenos relatos de este tomo nos dejará ver cómo una historia de amor puede mezclarse con el azar y con el desequilibrio psíquico, para producir resultados más que sorprendentes (Gunter); cómo un chico de 12 años puede tener auténticos problemas para admitir que su madre, tras el abandono del hogar por parte de su marido, reorganice su vida sentimental con una persona que, a juicio del hijo, no es la más adecuada (Gilda en casa); cómo un viaje cotidiano en el vagón del metro puede convertirse en una deliciosa narración de amor, maltratada por el sentido común y por una equivocada decisión unilateral (Diálisis de amor); cómo una mujer puede desarrollar un miedo terrible a causa de las herencias genéticas, mientras piensa a la vez en su padre y en su hijo (Ojos azul hielo); cómo dos hermanas gemelas, que han tenido una suerte matrimonial muy distinta, tienen que tomar una decisión importantísima, impulsadas por el hecho de que el marido de una de ellas (la cual acaba de descubrir su condición de futura madre) le propina unas palizas estremecedoras (Resurrección); o cómo una muerte en la familia impulsa a una mujer a abordar una reconciliación que ha postergado durante demasiado tiempo (La misma luz, los mismos colores).
Juana Cortés Amunarriz consigue, con el vigor elegante de su estilo, que los lectores resulten atrapados por todas las historias del volumen, aunque éstas se adentren por cauces surrealistas o terroríficos. En el primer caso, puede servir como muestra el relato que abre el tomo,
El corazón en un puño, en el que la mujer protagonista exige a su marido la amputación de una de sus manos, para concederle el divorcio que éste tanto anhela; en el segundo anotaríaLos tres pies del gato, donde observaremos que la vida de un joven matrimonio se ve alterada de un modo profundo cuando la mujer se empeña en recoger de la calle un gato enorme con la peregrina idea de que se trata de su hermano José Antonio, que se fue del hogar familiar muchos años atrás.
Si buscan ustedes descubrir a una cuentista nueva y con excelentes ideas en la cabeza, que les relate historias inesperadas, sólidamente construidas y con un gran brillo literario, tengo el gusto de presentarles a la premiada, exquisita y más que sorprendente Juana Cortés Amunarriz. Si buscan y leen esta obra que hoy comento les aseguro que me darán la razón.
Si buscan ustedes descubrir a una cuentista nueva y con excelentes ideas en la cabeza, que les relate historias inesperadas, sólidamente construidas y con un gran brillo literario, tengo el gusto de presentarles a la premiada, exquisita y más que sorprendente Juana Cortés Amunarriz. Si buscan y leen esta obra que hoy comento les aseguro que me darán la razón.
Rubén Castillo
sábado, 7 de septiembre de 2013
FINALISTAS MEJOR LIBRO DE RELATOS PUBLICADO EN 2012
Ya ha salido la lista de finalistas del Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España en 2012.
LAS BATALLAS SILENCIOSAS es uno de ellos.
He escrito y borrado varias frases.
He escrito.
He borrado.
La ilusión siempre nos hace decir tonterías. La ilusión y el vértigo.
Ahora pienso en mi madre, mi madre diciendo que su hija era una gran escritora, hablando con el corazón, desde lo irracional, porque mi madre no sabía nada de literatura. Mi madre me animaba con el mismo ímpetu con el que veía los partidos del Atleti de Bilbao. ¡Aupa Atleti! Podía ser de la Real, o del Osasuna, pero no, ella era del Atleti. Y yo era su hija. Y mi madre se murió y yo no había publicado nada, pero había celebrado cada concurso como un gol. Un gol espectacular. Y ahora estoy en la final de la Eurocopa, por lo menos. Y mi madre se pone delante del televisor y se frota las manos. Y yo le digo, amá, va a ser un buen partido. Y ella asiente. De los buenos, buenos.
He escrito.
He borrado.
La ilusión siempre nos hace decir tonterías. La ilusión y el vértigo.
jueves, 5 de septiembre de 2013
Mala profético
Hoy, cuando acaba de salir la lista de finalistas al Premio Setenil, Premio al mejor libro de relatos publicado en el año 2012, recuerdo la introducción de Miguel Ángel Mala al magnífico libro de Vicente Marco, YA NO SOMOS NIÑAS.
En el último párrafo Mala dice:
Pero gracias a Dios o al Diablo aún hay escritores españoles que buscan algo diferente a riesgo de no ser comprendidos, a riesgo de ser tachados de pornográficos e inmorales, a riesgo de perecer en el océano de monotonía que el mainstream establece. Escritores como Patxi Irurzun, Juana Cortés o Miguel Sánchez Robles. Escritores como Eloy Cebrián, Montero Glez o Vicente Marco. Escritores que caminan por selvas inexploradas dando golpes de machete, que practican incisiones de provocación en el árbol de la rutina, escritores que saben que el arte no tiene fronteras.
Curiosamente cuatro de esos escritores que él nombra estamos en esa lista.
Me encantan las casualidades.
JCA
EL TRAGALUZ
Este es el principo de EL TRAGALUZ
Los niños jugaban en la pequeña plaza, haciendo suyas las escaleras de piedra y las callejuelas, los bordillos de las aceras y los coches aparcados de cualquier manera. Los niños siempre jugaban, incluso cuando estaban tristes jugaban a estar tristes y, cuando se caían y se raspaban las rodillas, jugaban a que eran soldados heridos y sus madres enfermeras amables, y la tirita era capaz de curar las heridas de metralla. Los niños, Iñaki, Santos, Ricar, Lupe, Pía, jugaban y corrían aquí y allá, y a veces alguien les preguntaba, a qué jugáis, pero ellos no sabían explicarlo. Al principio se llamaba polis y cacos y el juego tenía unas reglas básicas, pero luego, en la confusión, lo divertido era correr, compartir las risas y los nervios, cuando un amigo estaba a punto de atrapar a otro, aunque no se supiera muy bien quién debía atrapar a quién en aquel maravilloso juego que en ese momento carecía de normas. Se la liga Lupe, y Lupe corría, a pesar de ser un poco coja, eso decía ella, sólo un poco. Y se las apañaba para ir aquí y allá, y si se cansaba dejaba de perseguir a los otros, y de repente era otro el que se la ligaba, el que tiraba de la manga a Ricar, o del jersey a Santos. Discutían. No vale. Sí vale. Y se enfadaban, y alguno se sentaba, pero pronto se les pasaba el enfado y los chiquillos seguían corriendo. Lupe un poco coja. Iñaki con sus gafas metálicas. A veces decía, no vale, yo tengo gafas, y eso bastaba para arreglar el mundo. Como Lupe que no era coja, sino un poco coja. O Santos, que no sabía atarse los cordones pero no se lo decía a nadie, era su secreto. Ocho años y no sabes atarte los zapatos, se burlaba su hermana mayor. Pero es que las hermanas suelen ser así, se decía Santos para consolarse. Y si era Pía la que se sentaba enfadada, ella se tiraba de los pellejitos de los labios. Su madre le decía, no te los toques. Pero a ella le gustaba tirar de aquellos trocitos de piel rebelde, rota, aunque luego le doliera los labios cortados. Y así pasaban la tarde, corriendo a veces detrás de un balón, otras veces detrás de nada, de sombras, corriendo porque a los niños no les gustaba estarse quietos, y sólo se sentaban si se enfadaban, o si de repente estaban muy cansados, o se habían torcido un pie. Qué mala suerte, decía Lupe. Encima de que soy un poco coja, me he torcido un tobillo. Eso es una entorcedura, decía Ricar. No se dice entorcedura. Sí se dice entorcedura (...)
Relato Premiado en el Certamen José Calderón Escalada de Reinosa. Septiembre 2013
Premio José Calderón Escalada de Reinosa
http://www.aytoreinosa.es/prensa-detalle.php?Id=3315
Escribí EL TRAGALUZ hace unos cuatro años y, tras mucho viajar, parece que ha encontrado su sitio en Cantabria.
Es uno de mis relatos favoritos y ahora, al volver a leerlo, descubro que bajo una gran metáfora hay mucho de mí en este relato.
En estas páginas está la historia que quiero contar y no sé contar. La gran historia a la que un día deberé enfrentarme.
Juana
Foto de Jose - Washington Agosto 2013 |
Escribí EL TRAGALUZ hace unos cuatro años y, tras mucho viajar, parece que ha encontrado su sitio en Cantabria.
Es uno de mis relatos favoritos y ahora, al volver a leerlo, descubro que bajo una gran metáfora hay mucho de mí en este relato.
En estas páginas está la historia que quiero contar y no sé contar. La gran historia a la que un día deberé enfrentarme.
Juana
miércoles, 28 de agosto de 2013
LAS BATALLAS SILENCIOSAS EN FACTOR CRÍTICO
http://www.factorcritico.es/2013/08/domesticarnos-las-batallas-silenciosas-de-juana-cortes-amunarriz/
Domesticarnos: Las batallas silenciosas; de Juana Cortés Amunárriz
En Factor Crítico hablamos hoy de Las
batallas silenciosas, de Juana Cortés, autora que ya ha pasado por estas
páginas y que
vuelve, en esta ocasión, de la mano de Baile del Sol, una de esas pequeñas
editoriales cuya labor de resistencia desde los márgenes geográficos (canarios
ellos) y genéricos (por su atención al relato corto y a los nuevos autores en
español) merece todo el encomio que nosotros podamos darle.
Voy a hablar sobre un libro de cuentos que me ha
fascinado. Por su lírica sencilla pero poderosa, por el caleidoscopio de
emociones que suscita, por la habilidad con que se narran las batallas
silenciosas que entablamos día a día.
En estos cuentos los personajes viven con carencias de
las que, a menudo, no son siquiera conscientes, y que sin embargo orientan sus
vidas hacia un punto u otro como el volante de un coche loco. Esas carencias
suelen ser irracionales y en ocasiones rozan el absurdo —el amor por una mano
en «El corazón en un puño», por un gato en «Los tres pies del gato»—, y siempre
tienen que ver con la búsqueda de afecto.
De todas las emociones humanas, la que cimenta y
construye los vínculos sociales es el amor. No podríamos tener un amigo, una
esposa, una novia, un amante y ni siquiera un perro sin sentir algo de amor
hacia ellos. Podríamos llamarlos amigo, esposa, novia o amante, podríamos
bautizar a un cachorro recién nacido y alimentarlo y convivir durante años,
pero si no existiera un vínculo afectivo jamás serían un amigo, una esposa, una
novia o un amante. No sería nuestro perro. Sería un perro más, porque lo único
que hace que una persona, un animal o una cosa sean especiales es el amor que
sentimos por ellos.
El amor es el pegamento que nos une al mundo. Juana
Cortés Amunárriz estudia sus efectos y variantes, cómo los seres humanos se
comunican y establecen vínculos a través de él, y cómo estos vínculos nos
transforman y nutren, cómo nos hacen sufrir y cómo de las decisiones que
tomemos, de la valentía que demostremos a la hora de arrostrar el amor, depende
nuestro proceso de madurez. En este punto, la incapacidad para entender los
procesos afectivos nos conducen a la angustia, como la madre de «La misma luz,
los mismos colores»:
Siempre tenía que hacer algo. Incluso cuando comía, lo
hacía con rapidez, como si deseara acabar lo antes posible, para fregar lo
antes posible, y así hacer un poco de punto lo antes posible, y merendar un
café con una magdalena lo antes posible, y preparar la cena lo antes posible,
para poder ver la tele lo antes posible, y así acostarse lo antes posible, para
levantarse al día siguiente lo antes posible.
En el fondo, anida la incomunicación, la angustia de
seres que piden amor, comprensión, alguien que los escuche y los consuele del
primordial dolor de estar vivos, que es inseguridad y también desconcierto y un
hacerse viejos poco a poco.
—Hemos tenido una inspección de Trabajo —decía mi
padre.
—Ha llegado el recibo del agua —decía mi madre.
—(…) veo menos que un pez frito —decía mi abuela.
—Estoy harta de comer garbanzos —decía yo.
No puede fluir el amor si no nos preocupamos unos de
otros. Si no nos escuchamos. Y en oposición al amor, surge el miedo.
Donde hay miedo no hay amor, y resulta casi lógico
que, en muchas ocasiones, los cuentos de Juana Cortés adopten el tono de una
historia de terror. Los personajes revelan sus temores, sus inconfesables
pesadillas, lo que les atormenta, como le sucede a la protagonista de «Ojos
azul hielo»:
Y cuando abría los ojos —una vez más Víctor hundido en
la bañera, con su rostro azulado—, la observaba. El horror todavía en mis
pupilas. Mi madre entubada. Sedada. La vida y la muerte se cruzaban, y mi
cuerpo se convertía en una dolorosa encrucijada incapaz de sintetizar esos
principios.
La mujer, poseedora de la capacidad para engendrar y
dar a luz seres nuevos, asume por naturaleza un peso enorme. Es el peso de
quien puede fabricar vida y se siente en la obligación de protegerla pero al
mismo tiempo habita en un mundo que sabe hostil, donde el miedo campa a sus
anchas. En esta ambivalencia los hombres –el hombre, como tal- no suelen
entender la grieta que nace en el seno de las mujeres, que las trastorna y
debilita.
Y cuando ellas piden ayuda, ésta no llega o llega
demasiado tarde. Entonces las relaciones –los afectos- se agrietan a su vez y
las madres no son tan buenas madres ni buenas esposas o novias o amantes. El
miedo ha hecho su aparición y la mujer debe recurrir a otras mujeres – a su
madre, a una hermana, a una amiga, a una amante- que supla el puesto del
hombre, tan lejano, tan carente de la capacidad para comprender su dolor, su
rotura, su debilidad ante la visión panorámica de un mundo hostil, interior y
exterior.
Pero si aquélla –la madre, la hermana, la amiga, la
amante- que debería enfrentarse al miedo, aquélla que posee la visión del campo
de juego, por así decirlo, sucumbe a la duda y se agrieta también, el miedo
ocupa el espacio vacante. Es el peor tipo de terror, la ausencia más agónica y
desesperada, la tortura que dará lugar a nuevas grietas en todos aquellos que
la rodean o que dependen de ella.
Y a pesar de todo, aunque la mujer llegue a proteger
la vida –como es el caso de Carmen y Noelia en “Resurrección”-, esta ayuda
tiene su precio. Por ejemplo, la suplantación de la identidad de madre, que
sólo se recupera cuando la hermana salvadora y suplantadora desaparece. Sólo
entonces Noelia puede ocupar el lugar que le pertenecía desde hacía muchos
años.
Otra palada más y un pájaro revolotea entre las hojas
de un árbol. O es su corazón al que le empiezan a crecer alas.
Los protegidos ceden la autonomía personal, la
potestad de acción sobre la propia vida. Y entonces el amor se convierte en
jaula, o siempre lo fue.
Por todo ello, el tono de los cuentos varía de la
esperanza al suspense, de la seguridad aparente a la inestabilidad que subyace
a la vida, tan frágil por definición porque, a fin de cuentas, y como se dice
en Salvar al soldado Ryan, “aquí se viene para morir”.
Y, por supuesto, dentro de la mujer y del hombre
habita la herencia. Una herencia que acarrea lo peor y lo mejor, como si en
cierto modo fuéramos copias más o menos imperfectas de copias más o menos
imperfectas de copias más o menos imperfectas. Borges abominaba de la cópula y
de los espejos porque ambos multiplicaban al ser humano. Como interrogante de
ese proceso biológico, nuestra naturaleza de máquinas que están condenadas a
cometer los mismos errores que sus antepasados y los antepasados de éstos
porque no pueden escapar a la factura más o menos similar, a la genética
heredada.
Sin embargo, Juana Cortés incide –y mucho- en la
voluntad humana de sostener los sueños a pesar de la rutina, de la mediocridad,
de los ambientes enrarecidos que generan la sobreprotección o el aislamiento. Y
estos sueños no son más que la voluntad de suplir las carencias emocionales, de
cerrar las grietas que nos quiebran.
Poco a poco, algunos de los protagonistas ponen rumbo
al lugar donde habitan sus anhelos, y lo hacen con naturalidad, sin grandes
alardes de trama o piruetas estilísticas. Lo hacen como si no hubiera otra forma
de encauzar los acontecimientos, como si el destino o el azar o Dios mismo
hubiera decretado desde hace millones de años que las personas debemos sufrir
para crecer. Que los sueños se consiguen cuando se lucha por ellos. Que nadie
está tan encarcelado en su propia vida que no pueda cambiarlo con una simple
pero determinante decisión.
La lírica que subyace a la rebelión de los personajes,
a su crecimiento en ritos pequeños, a la perversión del amor en manos del miedo
o de la rabia o de los celos, es tan poderosa que uno a veces tiene la
sensación de estar leyendo poesía. Juana Cortés domina la cadencia del discurso
de tal forma que la lectura es hipnótica, alternando frases muy elaboradas con
otras tan cortas que a veces sólo son sintagmas -“Saltamontes en el prado,
Saltamontes en las tripas” p. 49-, imágenes que impactan en el lector como
balas de pensamiento en esas batallas silenciosas que se libran dentro de cada
página.
También asoman toques de humor sutil, casi absurdo,
que combina muy bien con la lírica sencilla del estilo. Como paradigma de él,
dos extractos de “Los tres pies del gato”, un cuento en el que se conforma una
suplantación emocional –el marido por una mascota-:
—Ya no me haces caso —protestaba yo (…).
—Podías ser más comprensivo —me censuraba.
—Si es que no me aguanta…
—Es que tú no pones de tu parte —decía mi mujer—. Ni
siquiera le hablas.
—¡Que hable él!
—¿Cómo va a hablar? ¡Es un gato!
En fin, quedan muchas cosas que decir y habría que
hablar de la iconografía de fantasmas y muertos, del género –humano y
literario-, incluso de Virginia Woolf. Pero esto no es un ensayo, es sólo una
reseña.
Terminaré parafraseando el siguiente fragmento de “La
misma luz, los mismos colores”:
El cariño es un animal salvaje. Tenemos que
domesticarnos. Tenemos que sentarnos una al lado de la otra y acostumbrarnos a
nuestras presencias. A nuestros silencios. A nuestros olores.
Es imposible no recordar la escena de El principito
en la que el zorro le enseña al protagonista cómo hacerse amigos. Primero debe
acercarse poco a poco, todos los días a la misma hora. Lo alimentará, esperará
con alegría la hora del encuentro. El animal irá aproximándose conforme tenga
más confianza, acostumbrándose a su olor, a su voz, a sus manías. Lo aceptará
tal y como es, en un proceso que el zorro llama “domesticación”. Tarde o
temprano, sus vidas tomarán otros rumbos y ambos recordarán que tuvieron un
amigo. Y todo ello merced a un proceso que es el de “Apprivoiser”, como
se dice en francés, tal y como lo aprendí hace ya muchos años en Lyon, en un
piso tranquilo donde una mujer llamada Simone cocinaba taboulé para tres
jóvenes amigos a los que el rumbo de sus destinos acabaría por separar. pero el
cariño domesticado sigue ahí, latiendo bajo la piel, por muchos años que pasen,
“et ça c’est mervellieux…”
por Miguel Ángel Mala
Las batallas silenciosas
Juana Cortés Amunárriz
Baile del Sol
Tenerife, 2012
ISBN: 9788415019985
138 pp
http://www.factorcritico.es/2013/08/domesticarnos-las-batallas-silenciosas-de-juana-cortes-amunarriz/
Juana Cortés Amunárriz
Baile del Sol
Tenerife, 2012
ISBN: 9788415019985
138 pp
lunes, 29 de julio de 2013
LA ULTIMA HORA DE LOS IMPACIENTES
5 de diciembre. En las calles principales de Sardinero brillan unas
prematuras luces navideñas que, junto con los escaparates engalanados con
espumillón rojo y motivos dorados, contribuyen a dar un aspecto un tanto
pretencioso a este miserable barrio obrero. Es viernes y el bar Los cuatro ases está lleno de
estudiantes ruidosos que celebran el fin de los exámenes. En la mesa del fondo,
la más próxima al cuarto de baño, a las diez y veinte de la noche, nace Julieta
Minero envuelta en una nube de humo. Abre los ojos, desnudita –vaya cuerpo, no
todo el mundo nace con quince años y esa piel dorada-, y sus padres, Raúl
Andrade y Tomás Sencillo, la cubren rápidamente con un mantel mugriento, sin
percatarse de que sólo ellos la ven. Andrade, dispuesto a demostrar al mundo
sus dotes como escritor, es hijo único de una familia bien venida a menos –su
padre, actualmente distribuidor de guías telefónicas a punto de jubilarse, se
pasea por el pasillo hasta altas horas de la noche con una pipa apagada y un
monóculo, debatiendo en solitario las teorías de Wittgenstein, mientras que su
madre, que un día diseñó los trajes de las novias más famosas del país, cose,
recose y vuelve a coser el mismo traje para aparentar un vestuario del que
carece-. Su amigo Sencillo, tímido y con un acné no superado, practicante sin
éxito de las prácticas de los mentalistas –por influencia de su mentor, Charles
G, con quien vive desde que lo recogió de un orfanato cuando contaba con siete
años-, se ha unido a Andrade en esta aventura literaria. Cogiendo entre los
dedos el cabello moreno que resbala por su espalda hasta alcanzar las nalgas, Andrade
le hace unas trenzas a Julieta. Sencillo le pinta un lunar junto al labio.
Julieta les observa curiosa. ¿Y ahora qué?, parecen decir sus ojos misteriosos.
Premio Ciudad de Martos
JUANA CORTÉS AMUNARRIZ GANA EL XXXVII CERTAMEN LITERARIO 'CIUDAD DE
MARTOS'
ACTA DEL FALLO DEL XXXVII CERTAMEN LITERARIO CIUDAD DE MARTOS
edición 2013
En la ciudad de Martos, en la Casa Municipal de Cultura Francisco Delicado, siendo las diecinueve horas y diez minutos del día dieciséis de julio de dos mil trece, se reúne el jurado compuesto por los siguientes miembros:
Rafael Ballesteros Durán, poeta, ganador del Premio Andalucía de la Crítica 2010.
Yolanda Barranco Torres, profesora de Secundaria y Bachillerato.
Pilar Ortega Castellano, profesora de Secundaria y Bachillerato.
José Cuesta Fernández, profesor de Secundaria.
David García‐Asenjo Llana, arquitecto.
Carmen García Iglesias, escritora e ilustradora.
Carmen Jiménez Gómez, escritora, ganadora del Premio Gijón de Novela.
Secretarios:
Antonio Caño Dortez
Diego Villar Castro
El mencionado jurado habrá de fallar el XXXVII Certamen Literario Ciudad de Martos. A este Certamen se han presentado 119 trabajos. Los cuentos participantes proceden de España, Alemania y países de América Latina.
Tras una primera votación resultaron seleccionados los siguientes trabajos:
Nº 5. Presentimiento, lema: Las oropéndolas.
Nº 10. Maritoñi, lema: F.L. Mostaza.
Nº 11. El habitat del unicornio, sin lema.
Nº 54. Esa belleza de la gente pobre, lema: Piercing.
Nº 74. Gorrión ciego, sin lema.
Nº 95. Mudanzas, lema: No todas las tardes de los domingos van a ser iguales.
Nº 110. Segunda persona, lema: Ingmar Bergman.
Nº 119. La última hora de los impacientes, lema: Musset.
Tras un argumentado examen y un exhaustivo análisis de cada una de las obras, el jurado decide realizar una nueva selección, quedando finalistas los siguientes relatos:
Nº 5. Presentimiento, lema: Las oropéndolas.
Nº 10. Maritoñi, lema: F.L. Mostaza.
Nº 54. Esa belleza de la gente pobre, lema: Piercing.
Nº 119. La última hora de los impacientes, lema: Musset.
El jurado, después de una ardua deliberación, decide declarar ganador, por mayoría, de esta edición del Certamen Literario Ciudad de Martos, al relato nº 119, titulado La última hora de los impacientes. Una vez abierta la correspondiente plica, resulta ser obra de Juana Cortés Amunárriz, con residencia en Alcorcón (Madrid). El premio está dotado con 3.000 € y diploma.
No habiendo más asuntos que tratar, se da por concluida la sesión, cuando son las veinte horas y treinta minutos del día arriba indicado, de todo lo cual, como secretarios, damos fe.
El relato ganador puede leerse aquí:
http://www.martos.es/index2.cfm?codigo=9301&idnoticia=12487
ACTA DEL FALLO DEL XXXVII CERTAMEN LITERARIO CIUDAD DE MARTOS
edición 2013
En la ciudad de Martos, en la Casa Municipal de Cultura Francisco Delicado, siendo las diecinueve horas y diez minutos del día dieciséis de julio de dos mil trece, se reúne el jurado compuesto por los siguientes miembros:
Rafael Ballesteros Durán, poeta, ganador del Premio Andalucía de la Crítica 2010.
Yolanda Barranco Torres, profesora de Secundaria y Bachillerato.
Pilar Ortega Castellano, profesora de Secundaria y Bachillerato.
José Cuesta Fernández, profesor de Secundaria.
David García‐Asenjo Llana, arquitecto.
Carmen García Iglesias, escritora e ilustradora.
Carmen Jiménez Gómez, escritora, ganadora del Premio Gijón de Novela.
Secretarios:
Antonio Caño Dortez
Diego Villar Castro
El mencionado jurado habrá de fallar el XXXVII Certamen Literario Ciudad de Martos. A este Certamen se han presentado 119 trabajos. Los cuentos participantes proceden de España, Alemania y países de América Latina.
Tras una primera votación resultaron seleccionados los siguientes trabajos:
Nº 5. Presentimiento, lema: Las oropéndolas.
Nº 10. Maritoñi, lema: F.L. Mostaza.
Nº 11. El habitat del unicornio, sin lema.
Nº 54. Esa belleza de la gente pobre, lema: Piercing.
Nº 74. Gorrión ciego, sin lema.
Nº 95. Mudanzas, lema: No todas las tardes de los domingos van a ser iguales.
Nº 110. Segunda persona, lema: Ingmar Bergman.
Nº 119. La última hora de los impacientes, lema: Musset.
Tras un argumentado examen y un exhaustivo análisis de cada una de las obras, el jurado decide realizar una nueva selección, quedando finalistas los siguientes relatos:
Nº 5. Presentimiento, lema: Las oropéndolas.
Nº 10. Maritoñi, lema: F.L. Mostaza.
Nº 54. Esa belleza de la gente pobre, lema: Piercing.
Nº 119. La última hora de los impacientes, lema: Musset.
El jurado, después de una ardua deliberación, decide declarar ganador, por mayoría, de esta edición del Certamen Literario Ciudad de Martos, al relato nº 119, titulado La última hora de los impacientes. Una vez abierta la correspondiente plica, resulta ser obra de Juana Cortés Amunárriz, con residencia en Alcorcón (Madrid). El premio está dotado con 3.000 € y diploma.
No habiendo más asuntos que tratar, se da por concluida la sesión, cuando son las veinte horas y treinta minutos del día arriba indicado, de todo lo cual, como secretarios, damos fe.
El relato ganador puede leerse aquí:
http://www.martos.es/index2.cfm?codigo=9301&idnoticia=12487
sábado, 13 de julio de 2013
Mujeres de cine, en el cine y con el cine
http://www.elperiodic.com/valencia/noticias/249304_juana-cortes-gana-certamen-narrativa-breve-relato-lesley-sabe-morderse-lengua.html
Lesley no sabe morderse la lengua.
Envié a Lesley al concurso el último día. Se puso pesada en el metro, no dejaba de hablarme impidiéndome echar la cabezadita de por las tardes. Al final le hice caso, y ahora, por su culpa, tengo que ir en septiembre a Valencia a recoger el premio.
Y fotazo de Jose, el día del Orgullo 2013.
Ella, sí, la mujer que se toca la oreja, podría ser mi Lesley.
martes, 11 de junio de 2013
Extracto de BENITA Y EL HADA MANDARINA
- Pero ¿tú tienes dos madres? -le preguntó el hada aue empezaba a hacerse un lío.
- Pues claro... -Benita se dio cuenta de que el hada madrina estresada no sabía casi nada de su vida-. Alice y Alberta se conocieron en El tiempo es oro, cuando Alice llevó su reloj a arreglar. A Alice le gustó tanto Alberta que, un día sí, otro no, tiraba el reloj al suelo para que se le estropeara. O lo metía en la lavadora. O lo dejaba hervir en la sopa. Hasta que Alberta le dijo que no hacía falta que le hiciera nada al reloj, que a ella le encantaba verla y que podía pasar por la tiena cuando quisiera. Entonces empezaron a ir juntas al cine y se ponían moradas de palomitas, porque las dos son muy aficionadas a las palomitas y al regaliz rojo. Y descubrieron que tenían muchas cosas en común, y que eran muy felices compartiendo su tiempo, y que cuando miraban una puesta de sol juntas, agarradas de la mano, era como si tuvieran la tripa llena de saltamontes. Alberta y Alice se habían enamorado casi sin darse cuenta.
BENITA Y EL HADA MANDARINA
lunes, 10 de junio de 2013
domingo, 9 de junio de 2013
En la Feria del libro
Toda una experiencia.