En tu dobladillo.
Vivir dentro de ese dobladillo,
junto a la arena que ha depositado el viento de mil tardes.
Vivir pegado a tus muslos que susurran cuando caminas
-te espero, dice el vello fino, casi imperceptible-.
Vivir en tus medias,
entre los pliegues de tu cuerpo
-ser humedad en tu ombligo, nacida del calor de la licra-.
Vivir en tus zapatos,
o en el tirante de tu sujetador blanco,
o en las horquillas que sujetan tus rizos.
Vivir en tus botones
esperando morir aplastado entre tus dedos.
JCA
lunes, 27 de junio de 2011
martes, 21 de junio de 2011
¿RECUERDAS?
El ansia.
Mordiscos de supervivencia.
La vida era una larga noche sonora,
una anguila de luces plateadas
enredada en tus tobillos.
¿Recuerdas la ginebra que compartíamos?
Había sexo en los portales.
Amor en los buzones.
Había sonrisas hechas de polvo blanco.
Y miedo –algunos no volvieron-.
¿Qué queda de todo ello?
Fuimos estrellas fugaces
pero el sentido común aplastó la rebelión prevista.
¿Recuerdas?
El arrojo.
La vida era una carretera. Un coche.
La vida era darnos la mano y fumar despacio.
Los dedos. El humo.
¿Recuerdas?
El humo rizando tus cabellos.
Tus labios de nicotina.
Mordiscos de supervivencia.
La vida era una larga noche sonora,
una anguila de luces plateadas
enredada en tus tobillos.
¿Recuerdas la ginebra que compartíamos?
Había sexo en los portales.
Amor en los buzones.
Había sonrisas hechas de polvo blanco.
Y miedo –algunos no volvieron-.
¿Qué queda de todo ello?
Fuimos estrellas fugaces
pero el sentido común aplastó la rebelión prevista.
¿Recuerdas?
El arrojo.
La vida era una carretera. Un coche.
La vida era darnos la mano y fumar despacio.
Los dedos. El humo.
¿Recuerdas?
El humo rizando tus cabellos.
Tus labios de nicotina.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)