miércoles, 21 de diciembre de 2011
viernes, 9 de diciembre de 2011
CAMAS
Entre sus brazos.
Vuelvo a ellos.
Avara, estúpida, arrepentida.
Siempre en los brazos.
Caricias de musgo, vello verde.
Vuelvo a sus brazos melancólica.
Vuelvo a su sueño
que es el mío.
JCA
Vuelvo a ellos.
Avara, estúpida, arrepentida.
Siempre en los brazos.
Caricias de musgo, vello verde.
Vuelvo a sus brazos melancólica.
Vuelvo a su sueño
que es el mío.
JCA
miércoles, 7 de diciembre de 2011
PRECIOUS
Hoy que no tengo historias que contar, ni palabras para compartir (abandonado el blog por la fiebre de las novelas, tres, que escribo al mismo tiempo), recurro a esta magnífica foto de Jose.
Ahí esta todo. Sólo hay que meterse dentro de la boca, pasearse por esas sombras de polvo negro, disfrutando de las perlas y de la magnífica peluca.
Ahí está todo, insisto. ¿Acaso no lo ves? ¿Acaso no tienes ojos?
Las fotografías de Jose también cuentan la historia. La misma historia.
JCA
miércoles, 26 de octubre de 2011
LA MUJER BARBUDA
La inquietud le abre el vientre como una katana,
le hace sentir la brisa que cruzasu cuerpo, antes frontera.
Y piensa que en algún lugar
todo es posible.
JCA
martes, 18 de octubre de 2011
En la ventana
Me gustaría alcanzarte,
llegar contigo hasta ese cruce de caminos
en el que tú inicias tu vuelo raso.
JCA
lunes, 10 de octubre de 2011
AZCARATE
Ladis se llevó el dedo índice a los labios, pidiéndole silencio.
— No debe de ser fácil morirse, chico.
Ahora el negro había acertado de lleno. Tenía razón. ¿Qué sabía Inaxio de la muerte?
— Además, cada cual tiene sus manías. ¿O no?
A Inaxio no le gustó como le miraba el negro en ese momento. Había algo turbio en su mirada, que no llegaba a entender.
— ¿Cuáles son tus manías, chico? ¿Cuáles son tus deseos?
Ladis, como siempre que bebía, sonreía demasiado. En ese momento, al hacerle esas preguntas tan enigmáticas, le pasó el brazo por los hombros a Inaxio, que se sintió nervioso antes tales muestras de camaradería. No se atrevió a alejarse de él, a retirar su pesado brazo de su cuello. No quería que el negro se enfadara. Le parecía fascinante. Y también... También le daba un poco de miedo. No olvidaba que Ladis llevaba siempre la navaja en su bolsillo. Una navaja que, estaba seguro, utilizaría sin dudarlo si lo requería la ocasión.
— Yo no tengo ningún deseo –dijo levantándose de la silla.
— ¿Cómo que no?
Ladis le agarraba del brazo para impedir que se alejara de él. Ese día el negro estaba más borracho de lo habitual.
— Todo el mundo tiene deseos, chico –dijo Ladis-. Pero algunos no son demasiado buenos, eso es todo.
Cuando el negro le soltó, Inaxio se acercó a la barra con alivio. Nadie parecía haberse dado cuenta de nada. Sólo él. Sólo su corazón que latía con una fuerza inusitada.
Estos párrafos pertenecen a La última voluntad de Azcárate, novela corta que ha obtenido el segundo premio de El Fungible, certamen literario de Alcobendas.
http://www.enalcobendas.es/noticias/2011/10/03/7767/el-jurado-del-certamen-el-fungible-de-alcobendas-decide-los-ganadores
JCA
jueves, 22 de septiembre de 2011
BALLENAS
Santi, Santi. ¿Qué fueron antes los sueños, o las historias? ¿Hay realmente un principio, un sentido? Tú decías que no. Que las cosas simplemente pasan y somos nosotros los que las interpretamos. Somos músicos tarareando una canción que nace en nuestra cabeza. Yo insistía. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿La canción o las ganas de cantar? ¿Qué fue antes, tú hablándome de la sangre roja que teñía el mar, o mi ansia por escuchar esas historias, como si ya las conociera, como si hubieran estado en mí desde mucho tiempo antes? Tú fuiste el primero que me habló de las ballenas, como a ti te había hablado tu abuelo. Las historias pasan de boca en boca, y quién sabe hasta dónde crecen y se deforman. Las historias son como el mar; inabarcables y profundas. Y cuando yo cuento la historia, como ahora la cuento, se vuelve mía y se transforma. Quizás no se parece en nada a lo que me contabas tú Santi, y sin embargo es la misma. Siempre es la misma historia.
JCA
viernes, 2 de septiembre de 2011
UNA NOCHE MÁS
Gehard Demetz |
de las palabras engullidas.
Se tragó un discurso entero,
ansiosa,
sin ni siquiera beber agua.
Pegados a sus labios, como fideos,
dos letras muestran
su naturaleza invertebrada.
Empachada de literatura duerme
un sueño mudo y vacuo.
Cuando retiro el flequillo de sus ojos,
descubro una metáfora escondida.
Las sinalefas reptan por su espalda.
Llueven tildes sobre su esqueleto
y de su nariz brota un aire cálido,
repleto de fonemas.
Rabioso de adjetivos,
celoso hasta la médula,
acaricio desesperado sus pies fríos.
Y mientras ella, ajena,
deambula en su mundo onírico,
el libro culpable descansa en su regazo
con su aire dócil y felino.
JCA
martes, 30 de agosto de 2011
GERTRUDE KASEBIER
EN EL JARDIN LAS SOMBRAS fue antes que mi encuentro con estas fotografías.
Y sin embargos esa mujer, con sus imágenes, cuenta una historia que es la que yo he contado.
En un tiempo y en un espacio distinto, hemos pintado la misma tela. Hemos utilizado las mismos colores.
Leo ávida su biografía. Busco algo que no encuentro.
Así es mejor; sólo imagino y siento.
JCA
Y sin embargos esa mujer, con sus imágenes, cuenta una historia que es la que yo he contado.
En un tiempo y en un espacio distinto, hemos pintado la misma tela. Hemos utilizado las mismos colores.
Leo ávida su biografía. Busco algo que no encuentro.
Así es mejor; sólo imagino y siento.
JCA
lunes, 1 de agosto de 2011
GERTRUDE KASEBIER
EN EL JARDÍN LAS SOMBRAS
viernes, 15 de julio de 2011
lunes, 27 de junio de 2011
EL COMPLEJO DEL HOMBRE DIMINUTO
En tu dobladillo.
Vivir dentro de ese dobladillo,
junto a la arena que ha depositado el viento de mil tardes.
Vivir pegado a tus muslos que susurran cuando caminas
-te espero, dice el vello fino, casi imperceptible-.
Vivir en tus medias,
entre los pliegues de tu cuerpo
-ser humedad en tu ombligo, nacida del calor de la licra-.
Vivir en tus zapatos,
o en el tirante de tu sujetador blanco,
o en las horquillas que sujetan tus rizos.
Vivir en tus botones
esperando morir aplastado entre tus dedos.
JCA
Vivir dentro de ese dobladillo,
junto a la arena que ha depositado el viento de mil tardes.
Vivir pegado a tus muslos que susurran cuando caminas
-te espero, dice el vello fino, casi imperceptible-.
Vivir en tus medias,
entre los pliegues de tu cuerpo
-ser humedad en tu ombligo, nacida del calor de la licra-.
Vivir en tus zapatos,
o en el tirante de tu sujetador blanco,
o en las horquillas que sujetan tus rizos.
Vivir en tus botones
esperando morir aplastado entre tus dedos.
JCA
martes, 21 de junio de 2011
¿RECUERDAS?
El ansia.
Mordiscos de supervivencia.
La vida era una larga noche sonora,
una anguila de luces plateadas
enredada en tus tobillos.
¿Recuerdas la ginebra que compartíamos?
Había sexo en los portales.
Amor en los buzones.
Había sonrisas hechas de polvo blanco.
Y miedo –algunos no volvieron-.
¿Qué queda de todo ello?
Fuimos estrellas fugaces
pero el sentido común aplastó la rebelión prevista.
¿Recuerdas?
El arrojo.
La vida era una carretera. Un coche.
La vida era darnos la mano y fumar despacio.
Los dedos. El humo.
¿Recuerdas?
El humo rizando tus cabellos.
Tus labios de nicotina.
Mordiscos de supervivencia.
La vida era una larga noche sonora,
una anguila de luces plateadas
enredada en tus tobillos.
¿Recuerdas la ginebra que compartíamos?
Había sexo en los portales.
Amor en los buzones.
Había sonrisas hechas de polvo blanco.
Y miedo –algunos no volvieron-.
¿Qué queda de todo ello?
Fuimos estrellas fugaces
pero el sentido común aplastó la rebelión prevista.
¿Recuerdas?
El arrojo.
La vida era una carretera. Un coche.
La vida era darnos la mano y fumar despacio.
Los dedos. El humo.
¿Recuerdas?
El humo rizando tus cabellos.
Tus labios de nicotina.
viernes, 6 de mayo de 2011
SONRISAS - Historia de una vaca
Es normal, dijo el médico ante los comentarios de la madre. Tiene que trabajar la memoria y el pensamiento, como tiene que trabajar cada músculo. Hay que tener paciencia y no presionarla. El recuerdo aflorará mejor libremente, en un ambiente tranquilo y relajado. Lo mejor son los juegos. Sus hermanas la ayudarán.
Y así fue. Además de las cucharadas de caldo reconstituyente y los purés de verdura, Arantxa se fue alimentando de trabalenguas, de adivinanzas, de cuentos e historias.
El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha cortado. Lo repetían una y otra vez, hasta que lo decían de carrerilla. Ane, Eli. Ahora te toca a ti, Arantxa.
— ¿Quién es San Roque? ¿Quién es Ramón Ramírez? ¿Por qué le cortan el rabo al pobre perro?
Arantxa se había vuelto muy preguntona. Entonces Izaskun ponía a funcionar su imaginación. Las historias misteriosas. El hombre con la navaja. El sacrificio.
El cielo está enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será.
Se morían de la risa. Otra vez, otra vez.
— ¿Por qué van a enladrillar el cielo?
— Arantxa, es un trabalenguas.
— ¿Nadie va a enladrillar el cielo?
— Claro que no. ¡Es imposible!
— Menos mal, no me gustaría mirar al cielo enladrillado.
Y después de unos minutos insistía.
— Si hacen un muro de ladrillo, ¿en qué lado estarán las nubes?
Y así fue. Además de las cucharadas de caldo reconstituyente y los purés de verdura, Arantxa se fue alimentando de trabalenguas, de adivinanzas, de cuentos e historias.
El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha cortado. Lo repetían una y otra vez, hasta que lo decían de carrerilla. Ane, Eli. Ahora te toca a ti, Arantxa.
— ¿Quién es San Roque? ¿Quién es Ramón Ramírez? ¿Por qué le cortan el rabo al pobre perro?
Arantxa se había vuelto muy preguntona. Entonces Izaskun ponía a funcionar su imaginación. Las historias misteriosas. El hombre con la navaja. El sacrificio.
El cielo está enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será.
Se morían de la risa. Otra vez, otra vez.
— ¿Por qué van a enladrillar el cielo?
— Arantxa, es un trabalenguas.
— ¿Nadie va a enladrillar el cielo?
— Claro que no. ¡Es imposible!
— Menos mal, no me gustaría mirar al cielo enladrillado.
Y después de unos minutos insistía.
— Si hacen un muro de ladrillo, ¿en qué lado estarán las nubes?
Extracto de la novela SONRISAS - Premio Avelino Hernández de Novela Juvenil 2011, que será publicada por EVEREST.
lunes, 11 de abril de 2011
TIC TAC
Tic, tac, tic, tac . Te voy buscando, te voy buscando. Y tú, tonta, sin saberlo. Y tú jugando con fuego. Con fuego, con fuego. Te dije que no lo hicieras. Tic, tac, tic, tac. No te escondas, niña mala. No te finjas niña buena. Tic, tac, tic, tac. Te estoy buscando, te estoy buscando. Llegó la hora del castigo. No habrá perdón, ignoraré tu llanto. Tic, tac, tic, tac. Te estoy buscando, te estoy buscando. Y he descubierto ya tus zapatitos blancos. Tan blancos, tan blancos, tras la cortina hueca. Tic, tac, tic, tac. El aire dibuja tu pequeño cuerpo. Tu cuerpo, tu cuerpo. Tic, tac, tic, tac. Siento decirte que el tiempo se acaba. Se acaba, se acaba, mi linda doncella. JCA
viernes, 1 de abril de 2011
EL CERDITO
Si sólo era un pequeño hijo de perra, pequeño y retorcido como la raíz de un tejo. Tejo, tejón. Animal oscuro. Si sólo era un cerdito asqueroso, construido con lo peor de sí mismo. Pura baba, baba del diablo. Si sólo era un saco de mierda que se secaba al sol del mediodía. Cabra, cabrón con dedos de carbón. ¿Por qué le permití ser poderoso? ¿Por qué le dejé dominar mi alma aún pura? Pura y aún supura por el tejo, tejón, baba del diablo, dedos de cabrón. Ni siquera me reí cuando se colgó del árbol. Pura, pura calentura que el mal augura. Tab sólo removí la tierra con pies de plomo no fuera a crecer allí la mandrágora. No fuera a germinar allí el vil recuerdo. Mi alma dura, a salvo de ataduras.
JCA
viernes, 25 de marzo de 2011
AGUACERO
jueves, 24 de marzo de 2011
DIENTES
Cada vez que a Mary Jean se le caía un diente, lo plantaba en aquella maceta pequeñita, la de color naranja. Regaba la tierra Mary Jean, la tierra santa pero estéril, que no daba árbol de dientes.
Estás tonta, Mary Jean, tonta del culo.
¿Qué coño de planta crees que ese esa?
Mary Jean anciana abría su boca vacía, desdentada, agujero húmedo del que brotaban las palabras.
La planta de la esperanza, contestaba. Y ahora era ella la que miraba a los demás con gran desprecio.
JCA
Estás tonta, Mary Jean, tonta del culo.
¿Qué coño de planta crees que ese esa?
Mary Jean anciana abría su boca vacía, desdentada, agujero húmedo del que brotaban las palabras.
La planta de la esperanza, contestaba. Y ahora era ella la que miraba a los demás con gran desprecio.
JCA
viernes, 11 de marzo de 2011
PALABRAS
Estás enferma, dijiste. Y algo de razón tenías. Sí, no te fallaba el instinto. La razón se me había nublado, más que eso, estaba inmersa en una niebla densa y el corazón se me había descarrilado como un tren de mercancías. Me dolían las cervicales y hasta las uñas, pero el médico dijo que era angustia y me mandó unas pastillitas que hacían que me sintiera como una pompa de jabón a punto de chocar contra una moldura.
Sólo ha sido una aventura, dijiste. Un error. ¿Qué tipo de error? ¿Se trataba de un error fatal o superficial? ¿Era un error porque ella no fue lo que pretendías, o porque te había alejado de mí? Qué confusas son las palabras. Un error es un error, dijiste. Por qué siempre das la vuelta a las cosas, preguntaste sin utilizar interrogaciones. Y tienes razón. Le doy vueltas a todo. Hago como con los calcetines; los estiro y luego los hago rodar sobre sí mismos hasta que forman una bola. Yo que venía a arreglarlo todo, dijiste. Como si lo nuestro fuera una avería molesta. Un problema de cañerías. Un desajuste eléctrico. Y de alguna forma supe que querías hacerme ver que yo también había contribuido a nuestro fracaso. No, no iba a renunciar a mi parte de culpa pero tampoco iba a contestarte. Estúpidas preguntas. Estúpidas palabras.
Si hubiera alguna posibilidad de arreglar lo nuestro, habrías comenzado por tocarme, por hundirte en mis ojos para tratar de ver qué había dentro. Me hubieras ofrecido un silencio cómplice, hermoso como una ventana al desierto. Te hubieras esforzado. Habrías intentado entender mi actual estado, mi nueva esencia jabonosa y escurridiza y me habrías cogido con cuidado entre los dedos para evitarme las esquinas.
Pero sólo me habías dado explicaciones y palabras y enredos y dudas y resquemores. Letras vacías. Te habías escondido detrás de ellas.
Por eso no te contesté. Por eso no creo que pueda perdonarte nunca.
Sólo ha sido una aventura, dijiste. Un error. ¿Qué tipo de error? ¿Se trataba de un error fatal o superficial? ¿Era un error porque ella no fue lo que pretendías, o porque te había alejado de mí? Qué confusas son las palabras. Un error es un error, dijiste. Por qué siempre das la vuelta a las cosas, preguntaste sin utilizar interrogaciones. Y tienes razón. Le doy vueltas a todo. Hago como con los calcetines; los estiro y luego los hago rodar sobre sí mismos hasta que forman una bola. Yo que venía a arreglarlo todo, dijiste. Como si lo nuestro fuera una avería molesta. Un problema de cañerías. Un desajuste eléctrico. Y de alguna forma supe que querías hacerme ver que yo también había contribuido a nuestro fracaso. No, no iba a renunciar a mi parte de culpa pero tampoco iba a contestarte. Estúpidas preguntas. Estúpidas palabras.
Si hubiera alguna posibilidad de arreglar lo nuestro, habrías comenzado por tocarme, por hundirte en mis ojos para tratar de ver qué había dentro. Me hubieras ofrecido un silencio cómplice, hermoso como una ventana al desierto. Te hubieras esforzado. Habrías intentado entender mi actual estado, mi nueva esencia jabonosa y escurridiza y me habrías cogido con cuidado entre los dedos para evitarme las esquinas.
Pero sólo me habías dado explicaciones y palabras y enredos y dudas y resquemores. Letras vacías. Te habías escondido detrás de ellas.
Por eso no te contesté. Por eso no creo que pueda perdonarte nunca.
JCA
jueves, 24 de febrero de 2011
CANTAN
lunes, 21 de febrero de 2011
PRELUDIOS
Decir “te quiero” es trivial. “Te necesito”, deprimente. “Te deseo”, pretencioso. ¿Por qué me quieres? ¿Para qué me necesitas? ¿En qué consiste tu deseo? No todo son frases hechas y una vida predecible. Me gusta hurgar, mirar debajo de las camas, correr las cortinas de los baños ajenos y observar qué tipo de champú se utiliza en cada casa. Yo te quiero, aunque sea un misterio de dónde nace este sentimiento. Quizás se trate únicamente de una jugarreta química que me lleva a ti, zombi, por los pasillos. Y te necesito, sobre todo para levantarme y mirar a la mujer del espejo y desearle un buen día. Antes de que tú llegaras a mi vida era una irresponsable de mirada desafiante y ánimo de plomo. Y te deseo -sin ti, mis brazos sólo son extremidades y mi piel un tejido que podría abandonar en una esquina, como una serpiente-. Y sigo hurgando, metiendo los pies en los charcos y el dedo en las llagas que supuran. Todo esto, ¿es bastante? Me pregunto. Nos tocamos en los ascensores y nos observamos en los espejos de cuerpo entero. Nos buscamos en el coche detenido en el arcén de una autopista, y los haces de luces de otros coches nos multiplican. Nos acariciamos en el cine, con los ojos clavados en la pantalla. Cocinas para mí y me observas comer sin acompañarme -me haces una foto mientras me chupo los dedos-. ¿Por qué te quiero? ¿Cuánto te quiero? ¿Puede el dolor ser una forma de amar? No te necesito ahora, porque estás conmigo. Ahí detrás, tumbado en la cama. Me llamas. ¿Qué haces? Te escribo una carta. No te lo crees. Escribo todo lo que no te digo, el ronroneo inexacto de esta cabeza loca. No, no te necesito. Cállate, me molestas, me incordias -me tiras un cojín, que yo esquivo e ignoro-. No te necesito ahora, pero te necesito mañana, o en cuanto te alejes diez metros y cierres una puerta. Ahí todo se desmorona. ¿Se puede medir el deseo? ¿Con qué medida? ¿Con qué instrumento? Yo te deseo con los músculos agarrotados y el corazón desbocado. ¿Es suficiente? Te estás poniendo muy pesado. Me giro y te observo. Y mientras tanto escribo en el teclado. Sí, no dejo de escribir, a pesar de ese gesto que haces con el dedo índice, de adelante hacia atrás, de adelante hacia atrás. Claro que te entiendo. No, no soy estúpida. Ya voy, ya voy… Dejo el ordenador sin apagar y corro a tus brazos. Luego acabaré mi/tu carta. Tu cuerpo es una alacena, el taller de un artesano, un montón de hojas secas que el viento desordenará de un soplido. Me agarro. Me agarro a ti y me dejo llevar. Rodamos despacio y deprisa, despacio y deprisa. Danzamos como dos planetas. Y ahora, entrelazados, nos fundimos en un solo volumen, estático y rotundo.
JCA
sábado, 12 de febrero de 2011
ACOSTUMBRADA
Acostumbrada, por buena educación
y por complejos,
a ignorar el grito de mi coño,
la humedad entre los pechos,
acostumbrada a sonreír
apretando las piernas,
apretando el corazón y el sueño,
apretando el deseo que surge sin pudor
en las esquinas
en el momento impredecible,
apretando los labios
para no decir lo que no debo,
lo que no interesa y nadie quiere oír,
por si las moscas,
mudo el coño,
mudo los pechos,
mudo el corazón abotargado,
acostumbrada te decía
a la hipocresía,
se me ha muerto el animal que llevo dentro.
JCA
y por complejos,
a ignorar el grito de mi coño,
la humedad entre los pechos,
acostumbrada a sonreír
apretando las piernas,
apretando el corazón y el sueño,
apretando el deseo que surge sin pudor
en las esquinas
en el momento impredecible,
apretando los labios
para no decir lo que no debo,
lo que no interesa y nadie quiere oír,
por si las moscas,
mudo el coño,
mudo los pechos,
mudo el corazón abotargado,
acostumbrada te decía
a la hipocresía,
se me ha muerto el animal que llevo dentro.
JCA
jueves, 10 de febrero de 2011
SOSPECHA
martes, 1 de febrero de 2011
IGNORANCIA
Mi mujer no sabía que me habían echado de mi último trabajo y que algunas noches, cuando ella creía que me iba a la fábrica, me dejaba caer por el hotel Roxy por si a alguno de los mandamases que paraba por allí se le ocurría hacerme algún encargo que aliviara el vacío de mis miserables bolsillos. Aquel tipo de cabello lacio y trajes de raya diplomática, al que para mi sorpresa había visto cruzar el hall del hotel agarrado de la cintura de mi esposa, desconocía mi naturaleza posesiva y celosa -ni siquiera reparó en el brillo diabólico de mis ojos cuando a media noche bajó a comprar un paquete de cigarrillos y se permitió bromear conmigo, que le había seguido hasta la barra-. Yo, por mi parte, había ignorado hasta aquel momento el magnífico placer de la venganza, la satisfacción que produce el estertor merecido mientras los labios se mueven, incapaces de articular ninguna palabra. Fue un cuchillo plegable Muela FP-9A, de puño de asta de ciervo y hoja de acero 440, el que acabó con nuestra común y estúpida ignorancia.
JCA
AGITADORAS FEBRERO
Estimad@s amig@s de la cooltura:
Acabamos de subir a la red el Nº 20 de la revista Agitadoras. http://www.agitadoras.com/. Febrero puede parecer un tiempo oscuro y triste en el hemisferio occidental, pero en agitadoras hemos puesto toda la carne en el asador para que vuestras neuronas generen la suficiente energía para que no tengáis que gastar en calefacción. Nos enorgullecemos de mostraros nuestra nómina de autor@s para el gélido febrero:
Joaquín Lloréns, Itzíar Mínguez Arnáiz, Victoria Salvador, Jordi Macarulla, Ricardo Triviño, Jan Hamminga, Jesús Aller, Mª Ángeles Cabré, Lalo Borja, Luís Arturo Hernández, Ángela Armero, Holly, Pepe Pereza, David Roas, Paco Piquer, Jesús Zomeño, Victoria Lloréns, Juana Cortés Amunárriz, Il Gatopando, Ana Márquez, Inés Matute, Pedro Prunera, Inma Luna, Ángela Mallén, Adán Echeverría, Roberto R. Bravo, Begoña Leonardo, Marta Gómez, María Aixa Sanz, Daniel de Culla, Armando Rivero, Oscar M. Prieto, Lola López Martín, Rubén Castillo, Estelle Talavera, David Torres, Care Santos, Pablo Miravet, Cristina Consuegra, Gema Gutiérrez y Deva Sanz.
Es imposible dar más por menos.
Acabamos de subir a la red el Nº 20 de la revista Agitadoras. http://www.agitadoras.com/. Febrero puede parecer un tiempo oscuro y triste en el hemisferio occidental, pero en agitadoras hemos puesto toda la carne en el asador para que vuestras neuronas generen la suficiente energía para que no tengáis que gastar en calefacción. Nos enorgullecemos de mostraros nuestra nómina de autor@s para el gélido febrero:
Joaquín Lloréns, Itzíar Mínguez Arnáiz, Victoria Salvador, Jordi Macarulla, Ricardo Triviño, Jan Hamminga, Jesús Aller, Mª Ángeles Cabré, Lalo Borja, Luís Arturo Hernández, Ángela Armero, Holly, Pepe Pereza, David Roas, Paco Piquer, Jesús Zomeño, Victoria Lloréns, Juana Cortés Amunárriz, Il Gatopando, Ana Márquez, Inés Matute, Pedro Prunera, Inma Luna, Ángela Mallén, Adán Echeverría, Roberto R. Bravo, Begoña Leonardo, Marta Gómez, María Aixa Sanz, Daniel de Culla, Armando Rivero, Oscar M. Prieto, Lola López Martín, Rubén Castillo, Estelle Talavera, David Torres, Care Santos, Pablo Miravet, Cristina Consuegra, Gema Gutiérrez y Deva Sanz.
Es imposible dar más por menos.
viernes, 21 de enero de 2011
domingo, 2 de enero de 2011
VANIDAD
Fue un simple acto de vanidad. Todavía las sábanas guardaban su calor, la luz del atardecer era tibia, casi mágica. Elsa pensó que en ese momento el mundo era perfecto. El mundo que era cama, luz y Unax cubriendo la mitad de su cuerpo con una toalla de color salmón. El mundo que eran las seis y media de una primavera adelantada –hacía dos semanas había nevado-. Unax buscaba unos calcetines en el cajón de su cómoda, ajeno a sus ensoñaciones. Y entonces tuvo el valor de hacer esa pregunta que se había hecho a solas infinidad de veces. ¿Por qué se fue tu ex? La palabra ex sonó fría, neutra, un término que no podía hacer daño. La palabra ex era mucho más impersonal que Adriana, con su flauta travesera, sus mechas de color caoba y los pies planos corregidos con aquellos horribles zapatos ortopédicos que llevaba desde la infancia. Fue la pura vanidad la que le animó. Quería confirmar su presencia -Elsa permanecía tumbada en la cama, atrasando el momento de ducharse-, frente a la ausencia de Adriana. Quería confirmar su victoria, frente a la derrota ajena. Pura vanidad. Pura necesidad de reafirmar lo que acababa de suceder, buen sexo, bastante cariño, un proyecto de vida en común quizás. Luego los ojos de Unax, sorprendido. Una mirada que hablaba de un límite que Elsa había traspasado alegremente. No fui capaz de retenerla, dijo. Había cierta tirantez en sus palabras. Cierta rabia, que Elsa percibió cohibida. Mientras tanto la historia giraba, daba vueltas sobre sí misma. La historia era un caracol, que asomaba sus cuernos al sol de media tarde. Elsa se sintió sucia; le molestaba de repente el olor de su propio sudor, el olor del semen derramado sobre la sábana. Unax se vestía de espaldas a ella. Se levantó y se dirigió al baño, sin hacer ruido. Elsa silenciosa. Elsa metepatas. Pura vanidad, la misma que ahora, pisoteada, le enfermaba el ánimo. Dejó que el agua cayera sobre su rostro, mientras apretaba los párpados con fuerza. El jabón limpiaba su piel. Luego, lentamente abrió los ojos y vio como el agua formaba un remolino antes de desaparecer por el desagüe.
JCA
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