Santi, Santi. ¿Qué fueron antes los sueños, o las historias? ¿Hay realmente un principio, un sentido? Tú decías que no. Que las cosas simplemente pasan y somos nosotros los que las interpretamos. Somos músicos tarareando una canción que nace en nuestra cabeza. Yo insistía. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿La canción o las ganas de cantar? ¿Qué fue antes, tú hablándome de la sangre roja que teñía el mar, o mi ansia por escuchar esas historias, como si ya las conociera, como si hubieran estado en mí desde mucho tiempo antes? Tú fuiste el primero que me habló de las ballenas, como a ti te había hablado tu abuelo. Las historias pasan de boca en boca, y quién sabe hasta dónde crecen y se deforman. Las historias son como el mar; inabarcables y profundas. Y cuando yo cuento la historia, como ahora la cuento, se vuelve mía y se transforma. Quizás no se parece en nada a lo que me contabas tú Santi, y sin embargo es la misma. Siempre es la misma historia.
JCA