viernes, 13 de noviembre de 2009

EL TREN

¡Vamos, Franz! A causa de la multitud el niño se había rezagado. Rita le miraba desde el vagón con sus hermosos ojos grises. La esperanza devolvía a aquellas personas la fuerza consumida durante aquellos terribles años. ¡Sube, hijo! Les llevaban a los campos de trabajo. Cualquier cosa era mejor que el gueto, eso pensaban. Cuando el tren inició su movimiento, la madre gimió, rota. ¡Franz! Rita abrió y cerró la manita. Adiós, hermano. El niño lloró, su cara se llenó de lágrimas y de mocos. Todavía hoy lo recuerda muchas veces. Esperanzas envenenadas camino del infierno. Próxima estación: Treblinka.
JCA