Si antes todos los caminos llevaban a Roma, ahora todos los caminos pasan por internet y al recorrerlos una no deja de sorprenderse.
Encuentro esta crítica a mi primera novela (publicada hace casi seis años) en un blog de un escritor.
De repente, un revoltijo, una reflexión sobre las posibilidades, los mundos desconocidos, las casualidades, en un día en que el vaso, una vez más, está medio vacío.
Gracias a Ramón Bascuñana por leerme, por reseñar el libro, por su generosidad con desconocidos.
Memorias de un ahogado" [2009, Colección Almirante / Edcitorial El tercer hombre].Uno no compraría esta novela de iniciación de Juana Cortés Amunárriz [ Hondarribia, 1966] por el diseño de la portada, pero es por lo único que uno no la compraría. El resto es literatura de primera necesidad y alta calidad. La contraportada promete mucho menos de lo que da : "Jota es alcohólico, un fracasado y un homosexual que no se ha reconocido como tal...Miguel es también Silvia, una mujer despampanante que se lleva de calle a cualquier curioso". Son dos personajes destinados a encontrarse y levantar ampollas en la piel del otro. No se trata de ampollas morales. Se trata de la vida que duele, aunque la autora haya apurado el artificio novelesco, el azar y otras contradicciones y paradojas, acumulando gestos melodramáticos y golpes de efecto. Somos la suma de nuestros errores y la resta de nuestros aciertos. Somos todo y nada. Jota no se acepta. Bebe, se siente insatisfecho. Abandona el fondo de la botella y conoce a Miguel que es también Silvia y con él conoce las saunas y el sexo por el sexo que es el único sexo que merece tal nombre, ya que lo otro es amor y eso es otra cosa. ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? como la dichosa película. Hay también el típico amigo gay dicharachero y sin complicaciones vitales aparentes, y una amiga con cáncer que se queda embarazada y un padre lejano y ajeno. Con estos mimbres Cortés Amunárriz construye una historia solvente y descarnada, repleta de frases cortas y brillantes, sentenciosas. Está contada en primera persona y abunda en detalles sexuales explícitos. No hay moralina ni prejuicios morales con respecto al tema. Por eso quizá sea el final lo que menos me satisfaga a pesar de su lógica. No se puede traicionar la psicología de los personajes. Aquí podría alargarme, pero no quiero, sobre el asunto de si existe una novela tipicamente gay escrita por hombres para hombres y una novela tipicamente lesbiana escrita por lesbianas para lesbianas. Esta novela rompe el esquema preconcebido y es una de la mejores novelas sobre un personaje homosexual masculino escrita por una mujer. Algunos escritores masculinos ni siquiera irían tan lejos como lo ha hecho la escritora de Hondarribia. "No recuerdo que en esa historia nadie hablara de follar. Pero soy consciente de que entre las necesidades básicas, al menos entre las mías, está el sexo....El que nos la comamos unos a otros en una orgía no es depravación. El que uno me dé por culo mientras yo le doy a otro, y así en cadena, hasta corrernos todos en una especie de tren, en el que el maquinista además se hace una paja, no es una depravación. Es sexo. Todo es sexo. Puedo pensarlo y hablar de ello. No soy alguien sucio por hacerlo". Implacable. Impecable. Ya digo, puede que el final no esté a la altura de mis expectativas, no porque traicione a los personajes, que no lo hace, sino porque propone más de lo mismo de manera diferente. "Memorias de un ahogado" es del año 2009 en la edición que compré hace un mes, después de que un amigo me pusiera sobre la pista de su autora. Difícil de encontrar, pero no imposible. Palabras como esquirlas que desgarran la carne del deseo. Quien pueda acercarse a ella, que lo haga, no saldrá defraudado