Esta vez en LA TORMENTA EN UN VASO.
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Lunes 11 de marzo 2013
Las batallas silenciosas, Juana Cortés Munárriz
Baile del Sol, Tenerife, 2012. 138 pp. 13 € 
Fernando Sánchez 
Calvo 
Fernando Sánchez 
Calvo 
Juana Cortés Munárriz es una 
escritora forjada en los cada vez más escasos premios y certámenes literarios 
que poblaban este país, paso casi indispensable para la carrera de muchos 
talentos que quieren hacer de la narrativa un oficio de verdad y no simplemente 
un pasatiempo. Por ello, y ahora que afortunadamente Juana va 
haciéndose visible en los escasos huecos que dejan otros escritores más 
consagrados, me alegra que en este volumen no se haya olvidado de sus orígenes y 
haya publicado todos aquellos títulos que en otros tiempos la ayudaron a 
progresar en esa carrera. Me gusta porque, al fin y al cabo e independientemente 
de lo que cada uno piense de los premios, varios jurados de distintos puntos 
geográficos se reunieron y en numerosas ocasiones decidieron que aquella 
desconocida, Juana Cortés Munárriz, merecía ganar por encima de 
los demás. 
Los relatos con los que va a lidiar aquí el 
lector son ágiles, certeros y, lo más importante, bien solucionados (que no es 
lo mismo que cerrados). En algunos de ellos como “Gunter” o “Los tres pies del 
gato”, en mi opinión los mejores del volumen, el delirio y el surrealismo sirven 
para denunciar el tema que une a la mayoría de ellos: la ausencia y huída del 
cariño; el primero, desolador, recurre al motivo de la maternidad no satisfecha 
llevada en este caso hasta las consecuencias marginales más extremas; el segundo 
nos arranca varias sonrisas, pero en el fondo son arrebatos de compasión que 
sentimos por un marido que, de repente, se ha visto sustituido en el hogar por 
un gato. 
La denominada ausencia se vuelve concreta en 
otros relatos como “Gilda en casa” o “La misma luz, los mismos colores” 
(formalmente el texto más atrevido): en los dos el padre falta, el padre se ha 
ido, y en ocasiones dicha pérdida es irremplazable; en otras es el miembro 
femenino el que asume dichos roles que en principio no le correspondían. Lo que 
importa, no obstante, lo que preocupa tanto a Juana Cortés como 
al lector que lee sus cuentos es que en estas batallas siempre se pierde algo 
(la infancia, un hijo, un padre, el cariño, el amor que nos robó un tercer 
amigo, un sitio en el hogar) y siempre se pierde de manera silenciosa, sin que 
uno mismo sea consciente de qué es lo que en ese mismo instante está empezando a 
faltar. Libro triste, pesimista, de mirada gris aunque sin caer en ningún 
momento en el tremendismo. Libro misterioso también. Libro de incógnitas. Buen 
libro.