Quisiera hacer un pequeño comentario de XXY porque, además de ser una gran película, bella, original, muy viva, nos ofrece a través de unas imágenes cautivadoras una historia que altera la percepción habitual del género, de la identidad, del deseo. Estos tres puntos que he comentado brevemente en entradas anteriores se combinan creando una historia diferente, que es capaz de agitarnos, de conmovernos, de arrebatarnos.
Alex es hermafrodita, y su sexo aparente es el femenino, si bien su miembro masculino está ahí, condenándola a la diferencia. En la película se trata la reasignación de género mediante cirugía como una posible solución. La reasignación busca una solución desde y para el exterior, pero hay contar con que puede resultar inadmisible para quien la sufre. También deja entrever los peligros que entraña dicha medida si la asignación es equivocada, o simplemente no deseada. Pero, ¿por qué pasar por una cirugía? ¿Siente necesariamente Alex la necesidad de ajustarse a un criterio estándar, femenino o masculino? Junto a la indeterminación que acompaña su género físico, Alex, en plena adolescencia, también vive una identidad de género confusa. Aparentemente femenina, se resiste a negar su masculinidad. El tercer elemento que llama la atención del espectador es el deseo de Alex. Intuimos un deseo confuso, que se concretiza en la relación sexual que Alex mantiene con Álvaro, en la que ella toma la iniciativa y asume el papel activo durante la penetración. Esta escena me pareció original, impactante. En ella se condensaban los tres puntos; el cuerpo de Alex (aparentemente femenino), su identidad (masculina), su deseo (homosexual). Todo ello en aquel cobertizo, resumiéndose en el asombro del chico que es penetrado, y la mirada del padre que ve lo que no quiere ver.
XXY es una historia preciosa sobre la diferencia, contada con mimo, con cariño. Una película que nuestros chicos deberían ver, para desintoxicarse de tanto Disney Channel y de esos estereotipos que predican una vida fácil, entre risas enlatadas y bailes colectivos. Películas en las que el sexo físico es inmutable, la identidad sexual no existe –porque se obvia-, y el deseo está siempre determinado.
La página de la película es buenísima.