El pensamiento dominante evita el conflicto con una simplificación enfermiza.
Persona, con:
a) sexo físico masculino reconocible, polla de la que está más o menos orgulloso, a la que rinde culto en mayor o menor grado
b) identidad sexual masculina, hombre
c) deseo sexual sencillo, le gustan las tías, los coños, las tetas
o, persona con:
a) sexo físico femenino reconocible, vagina, pechos de los que está más o menos ogullosa
b) identidad sexual femenina, mujer
c) deseo sexual sencillo, le gustan los tíos, más o menos buenos, más o menos cariñosos
Podemos ver alternativas a cada uno de estos tres principios: sexo físico, identidad y orientación.
¿Dónde encuentran su espacio las personas que no tienen un sexo físico definido, las que tienen una identidad sexual no conforme a su sexo físico, o aquellas cuyo deseo se sale de lo normativo para rozar lo considerado "aberrante"?
Pero el número de posibilidades se dispara si combinamos los tres principios entre ellos, y añadimos la posibilidad de trabajar el cuerpo desde la cirujía y la farmacología. Asistimos así a cuerpos físicos difíciles de clasificar según el binomio F/M, a identidades sexuales complejas, y a objetos y prácticas de deseo que requieren su propia pornografía, alejada de la pornografía clásica, hecha por y para hombres.
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